El mundo laboral ha experimentado una transformación importante en las últimas décadas en nuestro contexto sociocultural. Así, las nuevas exigencias laborales y el desajuste entre los requisitos del puesto de trabajo en las organizaciones, y las posibilidades de rendimiento de cada sujeto, han originado la aparición de nuevos riesgos denominados psicosociales, entre ellos el síndrome de burn-out (agotamiento emocional, despersonalización o deshumanización y falta de realización personal en el trabajo), cuya prevalencia se ha incrementando y que ha venido a constituirse en un problema social y de salud pública, que por ende conlleva un gran coste económico y social.
La presencia de estrés en el trabajo es casi inevitable en muchos puestos, sin embargo, las diferencias individuales explicarían la amplia gama de reacciones ante el mismo. Una tarea que alguien considera retadora podría causar ansiedad muy intensa en otra persona. Cuando la presión empieza a acumularse, causa tensión y ésta tiene efectos adversos en emociones, procesos intelectuales y estado físico del sujeto. Si el estrés se vuelve excesivo, surgen en los empleados diversos síntomas de estrés que pueden dañar su salud y rendimiento laboral e, incluso, poner en riesgo su capacidad para enfrentar el entorno.
El Síndrome de Burn-out es una respuesta al estrés laboral crónico. Se trata de una experiencia subjetiva de carácter negativo compuesta por cogniciones, emociones y actitudes negativas hacia el trabajo, hacia las personas con las que se relaciona el individuo en su trabajo, en especial los clientes, y hacia el propio rol profesional.
El Burn-out no es algo que aparece repentinamente como una respuesta especifica a un determinante concreto, si no que es un estado que emerge gradualmente en un proceso de respuesta a la experiencia laboral cotidiana y a ciertos acontecimientos. Se trata de un deterioro en la salud del individuo y en sus relaciones interpersonales, tanto dentro como fuera del ámbito laboral. Cada vez más son las consultas psicológicas, psiquiátricas y en la clínica médica en general, de pacientes que sienten un agotamiento extremo que les impide ir con ganas a sus puestos de trabajo; no pueden sostener una rutina laboral, y, sólo con gran esfuerzo, siguen adelante.
Una primera aproximación indica que el burn-out está relacionado con la cultura de la posmodernidad, donde la exigencia por triunfar y lograr la excelencia laboral parece ser el motor que rige las vidas de millones de personas. Esto incluye una mayor formación, el desarrollo de nuevas habilidades, la resistencia a largas jornadas de trabajo, el establecimiento de altas metas como forma de medición de resultados, la competencia; en síntesis: una dedicación full time al aspecto profesional de la vida, que les asegure permanecer en carrera.
El síndrome de burn-out es una enfermedad ligada a una sociedad exigente y llena de presiones. Sin embargo, el caudal de recursos internos que tenga cada persona lo llevará a salvarse o a enfermar. Lo que enferma no es solamente la cantidad de horas trabajadas ni el tipo de actividad, sino cómo cada persona vive subjetivamente esas tareas, esos logros o fracasos, cuán altos son sus ideales y qué capacidad tiene para soportar y sobreponerse cuando no logra los resultados esperados.
"Hay una diferencia entre “sacrificio” y “esfuerzo”. Muchas personas suelen confundir estos términos. El diccionario dice que “sacrificio” es la acción de sacrificar, renunciar y penitenciar, es decir dejarlo todo tras un objetivo, cueste lo que cueste. “esfuerzo” es definido como empleo de la fuerza física para lograr un resultado; y también como ánimo, vigor y valor. Sin dudas, para lograr lo que queremos hay una cuota de esfuerzo, lo cual es muy distinto a vivir “sacrificándonos” en pos de las metas.”
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